A la imposición de terror respondemos: los derechos humanos, la justicia social y la solidaridad no son negociables
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Vivimos tiempos de terror. Tiempos en que el gobierno de Estados Unidos, por vía de las políticas de su presidente, Donald Trump, impone miedo, autoritarismo, incertidumbre, castigo e intimidación. Imponer el terror a la ciudadanía por vía de políticas que violentan los derechos fundamentales es una forma extrema de violencia de estado.
En Kilómetro 0 defendemos los derechos humanos y reconocemos la dignidad de todas las personas y poblaciones. Nuestro compromiso es confrontar la violencia del Estado, particularmente la violencia policial: documentarla, analizarla, fiscalizar, acompañar a las víctimas de estos abusos y transformar narrativas colectivas en torno a la seguridad pública. Nuestro trabajo siempre ha sido proteger y defender a la gente y sus comunidades de los estragos que provocan las lógicas policiales, fundamentadas en la violencia, el castigo, la represión y la impunidad. Hoy, esas mismas lógicas parecen reforzar el vuelco peligroso del gobierno de Estados Unidos hacia políticas de corte neo-fascistas y totalitarias.
En Puerto Rico, que es una colonia de Estados Unidos, estas políticas se manifiestan de formas diversas:
En la re-militarización de nuestro territorio, con el objetivo de agredir a Venezuela, un país vecino de la región con el cual no tenemos conflicto alguno.
El ataque violento, la represión de las redadas y el desplazamiento de las comunidades migrantes del Caribe, que son parte de nuestra sociedad desde tiempos inmemoriales.
Ataques sistemáticos contra los derechos de mujeres, personas gestantes, personas LGBTQIA+ y comunidades diversas.
El uso de agencias y poderes del Estado para censurar, intimidar, secuestrar y perseguir a la profesión legal, a organizaciones civiles, a medios de comunicación y periodistas.
El negacionismo climático y el desmantelamiento de protecciones ambientales para poner los intereses económicos por encima de la vida y el bienestar de las comunidades. Este ataque al ejercicio de los derechos humanos afecta muy especial y desproporcionadamente a las islas.
Las políticas de desplazamiento y asentamiento colonial, que elevan el costo de vida y expulsan a las personas de sus comunidades, son expresión de un modelo de explotación colonial que beneficia a ciudadanos estadounidenses millonarios a costa del pueblo puertorriqueño.
En los últimos años -especialmente tras los levantamientos globales a partir de 2019, los cambios en el panorama geopolítico, la violencia genocida que estamos presenciando en Palestina y la nueva presidencia de Trump en Estados Unidos- las conexiones entre la violencia policial, el colonialismo y el resurgimiento del fascismo se han vuelto innegables. Esta tendencia es el resultado de un sistema global construido sobre el racismo estructural, el capitalismo colonial y la impunidad, todos sistemas que generan divisiones de poder y se fundamentan en la exclusión del otro (un otro racializado, colonizado) como política.
La presencia de estos sistemas de división que son autoritarios y normalizados en las democracias es lo que llamamos neofascismo. Los estados intentan impulsar un discurso del “otro” en el que le adjudican a un grupo los adjetivos de “ilegal”, “criminal”, “delincuente”, para dividirnos mediante el odio, como si un grupo fuese responsable de todas las crisis que vivimos hoy. Así se libra de toda responsabilidad a los gobiernos, a quienes hacen la política pública y a los grupos de corporaciones e individuos ultra millonarios entre quienes se concentra desmedidamente el poder.
Desde Kilómetro 0, asumimos visibilizar las experiencias de las comunidades más impactadas, acompañarlas en la denuncia de injusticias, documentar las violaciones de derechos humanos y construir alianzas nacionales, regionales e internacionales. Nuestra resistencia no se limita a lo simbólico: es acción, documentación, educación, acompañamiento comunitario y solidaridad. La defensa de la vida, de la justicia y de la democracia es inseparable de nuestra ética y de nuestra estrategia. Por tanto, confrontamos con firmeza los abusos de poder, el silenciamiento y la impunidad del Estado.
Desde Puerto Rico y el Caribe, en este tiempo crítico, reafirmamos que los derechos humanos, la justicia social y la solidaridad no son negociables. Oponerse a la violencia de Estado y al abuso de poder no es solo una postura política sino una defensa práctica en la vida cotidiana -de las escuelas, de la salud, del trabajo y de la dignidad humana- frente a decisiones impuestas por un gobierno tiránico que atenta contra pueblos y comunidades. La vida digna, la democracia y los derechos humanos son el eje de nuestra labor kilométrica y defenderemos la buena vida, el “buen vivir", con nuestro compromiso y acción transformadora.